Todos somos culpables de hojear un correo electrónico de la empresa de vez en cuando: darle un escaneo rápido y seleccionar un par de partes importantes. Las repercusiones a veces pueden ser dolorosas, como cuando le dices a tu jefe que lo leíste y ella te pregunta cuál de las tareas del proyecto te gustaría tomar, solo para que hagas una pausa y luego digas: “Oh… no sé .” O tal vez te han presentado a un nuevo compañero de trabajo con el que te unes por su amor mutuo por el senderismo, pero luego tienes que admitir que no recuerdas su nombre.
Este tipo de situaciones pueden provocar un poco de vergüenza. Podríamos sentir que deberíamos haber prestado más atención o preguntarnos si hay algún problema con nuestra memoria. Todos sabemos que es responsable recordar, pero investigaciones recientes indican que también es responsable olvidar. Sí, lo leiste bien. Usando un proceso metacognitivo llamado “olvido responsable”, podemos mejorar nuestra capacidad de recordar lo que es importante al intentar olvidar información que es menos importante.
En esta investigación, se pidió a los participantes que estudiaran una lista de palabras. La mitad de la lista constaba de palabras al azar; la otra mitad eran palabras con el mismo tema (en este caso, artículos de camping). Después de que se les presentará una palabra de la lista de estudio, se les dijo a los participantes si ellos u otra persona serían responsables de recordar esa palabra. Los resultados mostraron que cuanto mejor olvidaban los participantes los elementos asignados a otra persona, mejor recordaban las palabras de las que eran responsables. Sin embargo, aún recordaban los artículos de campamento que eran más importantes para un viaje de campamento exitoso (por ejemplo, agua y carpa), incluso cuando no estaban obligados a hacerlo.
Este estudio arroja luz sobre una realidad importante: tendemos a recordar información que creemos que es valiosa. Los investigadores llaman a esto memoria dirigida al valor y la describen como la capacidad de concentrarse en información de alto valor a expensas de información de bajo valor. De hecho, otra investigación reciente muestra que las personas priorizan estratégicamente recordar información importante y, a medida que aumenta la cantidad de información importante, también aumenta el uso estratégico de la memoria. Dicho de otra manera: Cuanta más información hay, más alto es el listón de lo que constituye información valiosa.
En este otro experimento, los participantes estudiaron listas de palabras. Cada palabra tenía un cierto valor en puntos para ser recordada, y algunas palabras valían más que otras. La investigación mostró que los participantes eran más capaces de recordar las palabras de mayor valor y las recordaban aún mejor bajo presión de tiempo. Esto significa que el uso efectivo de nuestra memoria no implica recordar tanta información como sea posible. En cambio, significa ser estratégico, comprender qué información tiene más valor y priorizar a expensas de la información más valiosa.
Al pensar en cómo podemos aumentar la posibilidad de que recordemos información importante, considere estos consejos:
No mezcle información importante con información sin importancia. Puede que no sea obvio para los demás lo que es crucial y lo que no lo es, lo que puede hacer que la información menos importante se recuerde a costa de la información más importante. Si va a mezclar información, intente dejar en claro qué es valioso para quién y por qué motivo.
Piense en su memoria como una herramienta estratégica para ser utilizada sabiamente. Considere el valor asociado con la información y priorice explícitamente. Haga esto también a lo largo del tiempo: el nombre del nuevo empleado puede no ser importante en este momento, pero lo será en el futuro.
Cuando olvidamos información importante, a menudo caemos en la trampa de creer que simplemente tenemos mala memoria. En cambio, debemos usar la experiencia como una lección para refinar la forma en que usamos nuestra memoria. Podemos hacer esto pensando profundamente en qué información tiene valor para nosotros y por qué. La realidad es que no recordaremos todo y, de hecho, eso es algo bueno. Si recordamos todo, no seríamos capaces de discernir lo que es importante. Esto se debe a que nuestra memoria no es solo un almacén de información, es una red de conceptos interconectados almacenados dependiendo de cuán valiosa creemos que es esa información. Lo hacemos mejor cuando comprendemos los límites de la memoria y el vínculo entre el valor y la memorización.
Así que la próxima vez que tenga que decir: “No recuerdo”, considéralo un favor estratégico para su cerebro.
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