Digamos que su objetivo como líder es cambiar el comportamiento de las personas en su organización. El primer paso para hacer esto es ser coherente y hacerles saber a las personas qué es lo que le gustaría que hicieran de manera diferente, por ejemplo, brindándoles un conjunto de principios que deben cumplir cuando hacen su trabajo y toman decisiones.
Pero simplemente dar a la gente un conjunto de principios no es suficiente. Para que las personas realmente cambien la forma en que hacen las cosas, deben poder recordar y acceder a esos principios cuando realmente importan: en el momento, cuando interactúan con colegas y toman decisiones en tiempo real, potencialmente en un situación de alta presión. A esto lo llamamos retiro fácil bajo presión.
Piense en lo que es dominar un nuevo idioma. Cuando aprendes una palabra nueva por primera vez, es posible que no siempre te venga a la mente cuando la necesites. Cuando lo miras de nuevo, te resulta familiar. Ese es el reconocimiento, que desafortunadamente es el nivel alcanzado por la mayoría de los programas de aprendizaje en la actualidad.
Un estándar más alto es recordar con esfuerzo: la nueva palabra se puede recordar con cierta dificultad. Mejor aún es recordar fácilmente, como cuando estás hablando y las palabras fluyen naturalmente. Pero el verdadero dominio requiere recordar fácilmente bajo presión. Es entonces cuando se puede acceder fácilmente a nuevas palabras, incluso en una situación de emergencia estresante.
Lo mismo ocurre con el cambio de comportamiento en las organizaciones. Para cambiar realmente el comportamiento cuando cuenta, los nuevos hábitos deben ser fácilmente recuperables bajo presión.
Tres criterios para los nuevos hábitos
Para lograr un recuerdo fácil bajo presión, los nuevos hábitos deben cumplir con tres criterios: deben ser pegajosos, significativos y coherentes.
Primero, los nuevos hábitos deben ser simples y memorables: breves, fáciles de recordar y fáciles de repetir mentalmente o en voz alta a un colega. A esta cualidad la llamamos pegajosidad.
En segundo lugar, los hábitos deben tener un significado. Para fomentar nuevos comportamientos, los líderes deben conectarlos con algo que les interese a los empleados para proporcionar motivación que sirva a un propósito mayor más allá de su carrera, promociones o salario.
El tercer y quizás el requisito más elusivo de un nuevo hábito es la coherencia. Para que los nuevos comportamientos sean útiles en el momento, deben tener sentido. Al igual que las piezas de un rompecabezas, la nueva información debe encajar con el conocimiento existente de una persona y formar un todo coherente y unificado. Esto se debe a que el cerebro almacena recuerdos a través de redes de conexiones, y el cambio de comportamiento es más efectivo cuando las nuevas ideas se refuerzan mutuamente, estrechamente conectadas entre sí y con el conocimiento existente.
La falta de coherencia puede causar disonancia cognitiva, o la incomodidad mental que ocurre cuando las ideas y los comportamientos no encajan bien, lo que hace que los empleados se sientan en conflicto acerca de qué acciones tomar.
Coherencia en acción
Considere el siguiente párrafo:
Si los globos explotan, el sonido no podría transmitirse ya que todo estaría demasiado lejos del piso correcto. Una ventana cerrada también evitaría que el sonido se transmita, ya que la mayoría de los edificios suelen estar bien aislados. Dado que toda la operación depende de un flujo constante de electricidad, una rotura en el medio del cable también causaría problemas. Está claro que la mejor situación implicaría menos distancia.
Este conjunto de hechos, presentado de esta manera, es extremadamente difícil de entender o recordar. Los estudios muestran que nuestra memoria de trabajo puede retener alrededor de siete elementos a la vez (es por eso que los números de teléfono originalmente tenían siete dígitos), y el párrafo anterior está más allá de la capacidad limitada de nuestro cerebro y memoria de trabajo. En el mejor de los casos, las personas pueden recordar solo una oración o dos.
Ahora echa un vistazo a esta imagen:
La imagen proporciona un esquema, un patrón que ayuda a organizar las categorías de información y las relaciones entre ellas. Mirando la imagen, entiendes lo que está pasando: alguna pobre alma romántica ha manipulado algunos globos de helio para darle una serenata al objeto de su afecto.
Proporcionar este esquema lo ayuda a contextualizar el párrafo anterior de manera coherente. Palabras y frases que al principio eran desconcertantes ahora encajan. Si se le pide que explique esta escena a un colega, podría hacerlo.
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