¿Cuántas veces has oído a alguien decir: “Esta es la nueva normalidad”? Si te sientes como si estuvieras en un episodio de “La Dimensión Desconocida”, no estás solo. De hecho, siempre que la sociedad ha enfrentado un obstáculo generalizado que ha impactado nuestras percepciones y estilos de vida, lo hemos descrito como una ” nueva normalidad “, como la crisis financiera de 2008 , los ataques del 11 de septiembre y, más recientemente, la pandemia de COVID-19. Incluso existen referencias de éste término a principios del siglo XX , después de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, en los últimos años, hemos ampliado su uso, mencionando repetidamente una “nueva normalidad” en respuesta a las crisis sociales, políticas, y desafíos económicos.
Una de las razones por las que optamos por este tipo de declaraciones es porque actúa como una forma de reevaluación , amortiguando una respuesta natural a una amenaza que ocurre cuando nuestro entorno cambia o cuando nos enfrentamos a la incertidumbre . Reevaluar un cambio inesperado como una “nueva normalidad” nos permite encontrar una manera de avanzar en un entorno incierto sin quedar paralizados por la amenaza. También supone que esta “nueva normalidad” será estable en el futuro previsible. Una vez que nos adaptemos a ello, podremos adaptarnos.
Todo esto tiene sentido. Pero ¿qué pasa si el medio ambiente no se estabiliza y realmente no existe una “nueva normalidad”? De hecho, tal vez deberíamos dejar de utilizar el término por completo. ¿Qué pasaría si el entorno en el que nos encontramos ahora y en el futuro estuviera definido por el cambio y la imprevisibilidad ? Si este es el caso, reevaluarlo como una “nueva normalidad” no va a funcionar. Necesitaremos una forma diferente de responder, una forma que nos permita ser adaptables y eficientes frente a los desafíos. Y la clave puede estar en la agilidad del aprendizaje.
La importancia de ser ágil
El concepto de agilidad de aprendizaje surgió de la observación de que algunas personas simplemente “aprenden de manera diferente”. Son capaces de ver los problemas con una lente más amplia que sus pares, trabajar eficazmente con todo tipo de problemas, experimentar voluntariamente con nuevas tácticas, buscar y aceptar activamente comentarios y asumir riesgos. Cometen errores pero perseveran para lograr sus objetivos. Es más, están dispuestos a dejar de lado viejos comportamientos y habilidades y aprender fácilmente otros nuevos a medida que surgen las situaciones.
Cuando nos enfrentamos a obstáculos como cambios imprevistos, nuestra respuesta natural es la resistencia o la ansiedad. Sin embargo, una organización que sea capaz de adaptarse rápidamente y recalibrarse con acciones claras hacia adelante se diferenciará de las demás. La creación de una fuerza laboral ágil y que aprende permite a las organizaciones hacer precisamente eso: girar de manera eficiente frente al cambio. Por ejemplo, dicha fuerza laboral reaccionará a una nueva plataforma de proceso de inteligencia artificial (IA) generativa participando y experimentando activamente con la tecnología, aprendiendo nuevas habilidades y abandonando voluntariamente formas de trabajo anteriores.
Una fuerza laboral ágil que aprende también es aquella que responde a los comentarios desafiantes o negativos de los clientes, no con enojo o evasión, sino inclinándose hacia ellos. Lo utilizan de manera constructiva para fabricar nuevas formas de trabajar con los clientes, pidiéndoles más comentarios a lo largo del camino.
Componentes de la agilidad del aprendizaje
Como todo comportamiento humano, la agilidad del aprendizaje surge de cómo nuestro cerebro se relaciona con el entorno. La investigación ha sugerido tres componentes para su construcción:
- Mentalidad de crecimiento: las personas con una mentalidad de crecimiento creen que el éxito se logra mediante el trabajo duro. Asumen que se puede aprender de los errores y es más probable que asuman riesgos y busquen retroalimentación para mejorar su desempeño. Es importante destacar que las personas con una mentalidad de crecimiento también tienen más probabilidades de demostrar flexibilidad en la forma en que resuelven problemas y de sentirse recompensados durante el proceso con la participación de las redes motivacionales y de recompensa del cerebro .
- Aprendizaje experiencial: a diferencia de las acciones típicas de aprendizaje, como leer un libro o escuchar una conferencia, el aprendizaje experiencial implora al individuo que se sumerja en la experiencia, exigiéndole que haga algo nuevo, salga de su zona de confort , corra riesgos, haga errores, corregir el rumbo y crecer. Los beneficios neuronales de aprender mientras se experimenta son enormes porque involucra las redes sensoriales, motoras y emocionales. Estos, a su vez, activan más profundamente nuestras redes de aprendizaje, como el hipocampo, lo que da como resultado un resultado de aprendizaje más rico .
- Atención plena mejorada: el proceso de convertirse en un estudiante ágil no está completo sin una reflexión constante. Las personas conscientes tienden a ser más perceptivos de su entorno, a procesar información de manera más intencional, a pensar analíticamente y a percibir experiencias con mayor claridad y objetividad. De hecho, la atención plena se asocia con una comunicación interpersonal, una reflexión y una resiliencia más efectivas, todas ellas fundamentales para la agilidad del aprendizaje . Participar en la atención plena activa un área del cerebro llamada “red de modo predeterminado” que es fundamental para comprender el entorno social que nos rodea.
Creando una fuerza laboral ágil y que aprende
Comprender e incorporar los tres componentes de la agilidad del aprendizaje que se sustentan por investigaciones, puede ayudar a las organizaciones a crear una fuerza laboral equipada para prosperar a través de los desafíos. Para hacer esto, primero inculque una mentalidad de crecimiento cambiando el énfasis de la necesidad de un desempeño impecable hacia uno de progreso sostenido y mejora continua. En segundo lugar, brindar oportunidades para que todos participen en la experiencia del aprendizaje fomentando la experimentación u ofreciendo opciones para aprender nuevas habilidades. Finalmente, promueva el espacio y tiempo para participar en una reflexión intencional sobre el trabajo. Esto podría significar reservar tiempo en los calendarios diarios para fomentar la reflexión, celebrar reuniones para revisar acciones o resultados, o brindar comentarios frecuentes centrados en los aprendizajes recientes.
Los desafíos que enfrentan las organizaciones ahora no serán los mismos que enfrentarán dentro de un año o incluso seis meses. Pero si nos equipamos a nosotros mismos y a nuestras organizaciones con agilidad de aprendizaje, podemos enfrentar obstáculos hoy y en el futuro.
Exploramos la ciencia de la agilidad del aprendizaje y otras en la Cumbre anual de NLI , del 4 al 5 de octubre.
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