Un compañero de trabajo te envía un mensaje privado diciendo que tiene algo que compartir y termina el mensaje con “¡Pero no puedes decirle a nadie!”. Instantáneamente sientes una oleada de emoción por ser el elegido y una intensa curiosidad por saber qué secreto será. Más tarde, mientras almuerzan juntos, te pregunta nuevamente: “¿Estás seguro de que puedes guardar este secreto?”. Respondes de inmediato: “¡Sí!”. Entonces te confiesa que recientemente obtuvo una gran promoción, pero que mintió en su currículum sobre las habilidades requeridas para ello. Te quedas sin palabras y no puedes evitar recordar que tu compañero de equipo, quien es altamente calificado para el puesto, también se postuló para la promoción. Después de asegurarle que no le dirás a nadie, sales del almuerzo agitado.
Una semana después, revelas el secreto a otro compañero de trabajo. Aunque muchas personas comparten información privada sobre los demás o chismorrean, centrémonos en el momento en que una persona decide chismorrear en lugar de guardar el secreto. Aunque te sientes culpable por romper tu promesa de confidencialidad, también sientes un gran peso levantándose de tus hombros. Desafortunadamente, este escenario es más común de lo que nos gustaría admitir.
La carga de un secreto
Los secretos pueden ser una carga, tanto para el propietario como para el confidente. Para el propietario, mantener algo que nadie más sabe puede afectar negativamente nuestra salud física y bienestar, lo que a menudo nos impulsa a buscar a alguien en quien confiar.
Revelar nuestros secretos a alguien cercano a nosotros es una forma de compartir socialmente, similar a cómo usamos la expresión emocional o la revelación de información personal para fortalecer la relación y fomentar la confianza interpersonal. Confiar en alguien invita al apoyo social que nos ayuda a desarrollar estrategias de afrontamiento y regulación emocional. Este tipo de apoyo ha demostrado mejorar nuestra salud y bienestar, así como aliviar la carga general del secreto.
Por otro lado, contar nuestros secretos a otra persona aumenta la posibilidad de que se revelen. Y si nuestros secretos se exponen, las noticias pueden dañar nuestra reputación social o llevar al rechazo, e incluso pueden lastimar a quienes nos rodean. Entonces, ¿qué lleva a alguien a revelar el secreto?
Desde la perspectiva del confidente, la noticia de que somos elegidos para guardar el secreto de alguien es, al principio, una gran recompensa social. Puede aumentar nuestro sentido de conexión o relación social con la persona, así como nuestro sentido de estatus o valor. Se siente bien. Y además de esta sensación gratificante, está el impulso motivacional de ser leal, especialmente si la persona es un amigo cercano. Como la confianza y la lealtad están altamente interrelacionadas, cuando hay confianza construida en una relación, como suele haber con compañeros de trabajo cercanos, es más probable que seamos leales. Sin embargo, a veces el peso de un secreto supera nuestro sentido de lealtad, y esto depende en última instancia de si viola nuestro código moral.
Un reciente estudio exploró los factores que nos llevan a revelar los secretos de alguien, encontrando que depende de nuestro nivel de indignación moral. Es bien sabido que utilizamos la moralidad como una forma de juzgar a los demás, y cuando observamos a otros violando nuestros propios valores, experimentamos indignación moral, una respuesta emocional que combina la ira y el asco. De hecho, sentir indignación moral se ha asociado con el deseo de castigar a quienes están involucrados en la transgresión.
En el estudio, los investigadores presentaron a los participantes un conjunto de secretos moralmente incorrectos, y se les pidió que informaran la probabilidad de que revelarían el secreto mientras evaluaban su nivel de indignación moral. También se les preguntó sobre su experiencia personal al guardar y revelar los secretos de otros. Los investigadores descubrieron que las personas revelan los secretos de otros aproximadamente el 30% del tiempo, y la decisión de hacerlo está impulsada por su nivel de indignación moral. Sugieren que revelar el secreto de alguien puede ser nuestra forma de castigarlos por el acto. Dado que nuestros valores son el resultado de nuestras experiencias vividas, cada uno de nosotros responderá de manera diferente: un secreto que provoca indignación en una persona puede no hacerlo en otra.
Encontrar un confidente
Todos tenemos secretos, y como algunos son cargas que afectan nuestra salud y bienestar, encontrar a alguien en quien confiar puede ayudar a aliviar la carga. Sin embargo, algunos secretos podrían ser mejor guardados y compartidos con amigos fuera del trabajo, familiares o un terapeuta. Si decidimos encontrar un confidente en el trabajo, debemos ser conscientes de a quién confiamos y cómo respondemos cuando otros desean confiar en nosotros. Aquí te presento algunos consejos:
Buscar la perspectiva de los demás
Elige cuidadosamente a los confidentes. Esto no significa que debamos limitar todo tipo de interacción social o emocional, ya que puede ser útil para fomentar relaciones colaborativas y lograr equipos más efectivos. Sin embargo, obtener perspectivas sobre los valores que tienen las personas a tu alrededor puede evitar que se revele un secreto debido a la indignación moral y, al mismo tiempo, ayudarte a comprender mejor a tus compañeros de trabajo. Conocerlos no solo te ayudará a elegir un confidente, sino que también fomentará un mayor sentido de equipo en el futuro.
Transparencia en ambas direcciones
Una vez que identifiques a las personas que comparten algunos de tus valores, es importante ser transparente acerca de tus intenciones antes de confiar en ellas. Recuerda que, si bien confiar en los demás puede reducir tu carga, ahora la carga puede recaer sobre ellos. Antes de compartir, pregunta si están cómodos asumiendo esa responsabilidad. Dado que la transparencia funciona mejor cuando se utiliza en ambas direcciones, debes ser honesto acerca de si podrás soportar la carga si te piden que seas un confidente. En lugar de considerarte una “caja cerrada sin llave”, pregunta sobre el contexto y reflexiona sobre las consecuencias antes de cargar con el secreto.
Mantenerse en contacto para enfrentar la situación: Uno de los principales beneficios de compartir un secreto con alguien más es el apoyo.
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