Lo último del laboratorio: cómo aprovechar al máximo tus errores

Errores
Autor: Kerry Snider, Brigid Lynn, Ph.D, MPH

Probablemente hayas estado en una situación similar a esta: envías un correo electrónico de trabajo y te das cuenta, tres minutos después, de que escribiste mal el nombre de la persona. Y no es cualquier persona, es tu mentor altamente respetado. Una ola de emociones negativas te invade. Es tentador enterrar el incidente en el fondo de tu mente y sumergirte en la vergüenza hasta que puedas reconocer tus errores. Pero para aquellos que han dominado la autoreparación, el error se puede corregir mucho más rápido.

¿Por qué nos avergonzamos tanto cuando cometemos un error? Incluso los errores no intencionales pueden resultar en emociones intensas, como la vergüenza, la culpa y el miedo, emociones que no queremos compartir y que en realidad pueden inhibir nuestro rendimiento. Abordar tu error es difícil porque puede hacerte sentir vulnerable. Cometer errores y aprender de ellos es la cima de adoptar una mentalidad de crecimiento, pero cuando observamos lo que se necesita para hacerlo, la incomodidad es un ingrediente clave. Una vez que reconozcas y atiendas tu incomodidad, la vergüenza puede desaparecer y la autoreparación necesaria para recuperarte puede comenzar.

En un estudio de 2021, los investigadores exploraron la autoreparación entrevistando a un grupo de proveedores de atención médica sobre errores que resultaron en daño a un paciente. El objetivo era comprender mejor cómo respondieron los proveedores, tanto inmediatamente como una vez que terminó su turno. Para aquellos que se autorepararon con éxito, el resultado más notable fue la capacidad de aprender de su error, informando una mejora en las habilidades profesionales y personales como resultado del error. Si los proveedores podían autorepararse con éxito o no dependía de sus comportamientos, los comportamientos de sus compañeros de equipo y gerentes, y la cultura general del lugar de trabajo.

Los investigadores descubrieron que el mayor facilitador de la autoreparación es la comunicación interpersonal: buscar apoyo de los gerentes y compañeros de trabajo y hablar con familiares, amigos o un consejero sobre los errores. Una táctica para emplear aquí es la re-significación, o reformular el significado de una situación para ajustar su impacto emocional. Escucharte contar la historia en voz alta puede ayudar a tu comprensión de la situación. Luego, recibir el apoyo de las personas que te rodean puede ayudar a reconstruir tu confianza, preparándote para otro aspecto importante de la autorreparación: pedir disculpas a ti mismo y a los demás.

Es difícil ver la situación con claridad cuando tu ego está herido. Cuando estás distraído por preocupaciones sobre tu reputación profesional o la incertidumbre sobre cómo puede avanzar el proyecto después de un error, es fácil olvidar trabajar en tu propia recuperación. Sin embargo, los hallazgos de la neurociencia enfatizan la importancia de centrarse en tu propio estado emocional antes de seguir adelante. Así es cómo…

 

Regulación emocional: Ponte primero la máscara de oxígeno

 

La investigación sobre la regulación emocional nos muestra que hacer algo es mejor que no hacer nada. En este estudio, se asignó a los participantes a tres grupos mientras veían videos “que provocaban disgusto” de procedimientos médicos: un grupo veía el video y dejaba que cualquier emoción surgiera; otro grupo tenía que reprimir la expresión emocional para que un observador no supiera lo que estaban sintiendo; y al tercer grupo se le indicó que re-significara la experiencia como una oportunidad de aprendizaje. Los investigadores encontraron que suprimir las emociones generaba las mayores respuestas fisiológicas internas, como el aumento de la frecuencia cardíaca, mientras que las estrategias de re-significación eran más efectivas para reducir las respuestas fisiológicas y la intensidad emocional.

Esto significa que encontrar formas de re-significar puede ayudar en tu regulación emocional general, lo que te permite recuperarte más rápido y avanzar cuando cometes un error. Salir a correr, gritar en una almohada y llorar son todas formas en las que puedes cuidarte.

 

Comprender cómo otros se han visto afectados: Identifica quién está luchando por respirar

 

Una vez que hayas logrado regular tus emociones, es hora de considerar cómo tu error podría haber influido en otros. ¿Tal vez tu error hizo que la gente se sintiera insegura, impotente o tratada injustamente? El Modelo SCARF® es una excelente herramienta para examinar cómo tu error ha afectado a los demás. Este modelo, que significa estatus, certeza, autonomía, relación y equidad, puede ayudarte a comprender el comportamiento social y cómo se ve influenciado por nuestro deseo de minimizar la amenaza y maximizar la recompensa. Reflexionar sobre las amenazas sociales y los disparadores que pueden haber sido activados por tu error te ayudará a identificar las áreas en las que debes enfocarte con las personas afectadas.

 

Comprométete con empatía: Ayuda a otros a ponerse sus máscaras

 

Ahora que te has ocupado de ti mismo y has examinado cómo podrían haberse visto afectados otros, es hora de poner tus pensamientos en acción. Conectar con las partes afectadas, disculparte y reparar las relaciones sienta las bases para encontrar una solución juntos. Y lo mejor de todo, la empatía funciona en ambas direcciones. Si eres la parte ofendida, dar ejemplo de ello para otros alivia las emociones negativas asociadas con los errores, tanto para ti como para la persona que cometió el error.

Retrocedamos. Acabas de darte cuenta de que el nombre de tu mentor se escribió incorrectamente en el correo electrónico. Suspiras, das un paseo y llamas a un antiguo compañero de trabajo que conoce a tu mentor. Compartes tu error; te escuchan, se ríen y te recuerdan que no puede ser la primera vez que alguien ha escrito mal su nombre. Consideras cuántas veces esto le ha sucedido a tu mentor y si ha interpretado las faltas de ortografía como errores no intencionales o como una amenaza para su estatus. Recuerdas una historia que compartió sobre un antiguo gerente que no podía molestarse en distinguirla de la otra mujer que trabajaba en la oficina. Decides enviar un correo electrónico de seguimiento: “Perdón por escribir mal tu nombre antes; fue un error descuidado por mi parte y no refleja mi aprecio por ti”. En el futuro, recuerdas verificar la ortografía de los nombres de las personas antes de enviar. Te has autoreparado y aprendido de tu error sin necesidad de jugar al juego de la vergüenza.

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